Los Dioses del Caos se han reunido en el salón del cónclave, Tzeentch los ha convocado, algo extraño ha pasado en el reino mortal, algo que podría cambiar el destino de los dioses. Por ello El que cambia las cosas ha decidido reunirse con sus hermanos. Tras largas arduas horas de discusión Tzeentch ha explicado sus hermanos que una torre aparecido en el reino mortal y en ella se encuentra un objeto capaz de proveer a su portador de de la capacidad de controlar los vientos de la magia, ha conseguido hacerles ver por fin lo importante que es que ese objeto no caiga en ningunas manos que no sean las suyas. Ahora la la discusión gira en torno a quién se quedará el objeto. Tzeentch escucha en silencio como Khorne vocifera sus hermanos que no permitirá que ninguno de ellos tenga un arma que solo él debería controlar, Nurgle discute con él en una mezcla de risas y gritos. Mientras tanto Tzeentch empieza a impacientarse se hace tarde y si siguen sin llegar un acuerdo, llegara Slaanesh.
Finalmente, justo cuando El que cambia las cosas está a punto de intervenir, una figura esbelta y elegante irrumpe en la sala.
-Hola hermanos, tranquilos podéis seguir discutiendo yo ya sé a qué viene todo esto.
Dice el príncipe del caos esbozando una sonrisa sus hermanos lo miran con desconfianza especialmente Tzeentch. Sus tres hermanos mayores siguen sin fiarse de él, a pesar de su juventud es inteligente y astuto y piensan que está tramando un gran plan para hacerse con el reino del caos, no obstante el tema es importante y tras otro largo rato de discusión finalmente es el príncipe del caos el que propone una solución adecuada para todos.
Cada uno de ellos mandará a su mejor guerrero como comandante de cada uno de sus ejércitos y juntos viajarán al mundo de los mortales para hacerse con el objeto. Una vez esté en el reino del caos ya discutirán quién se lo queda y si es necesario lucharán por él.
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